Entre el 50 y el 60% de las jornadas de trabajo perdidas están relacionadas con el estrés y los riesgos psicosociales; llegando a ser el segundo problema de salud más frecuente denunciado en Europa.
Debido al elevado número de consecuencias, tanto personales y familiares como sociales y laborales que produce el burnout, el estudio de su tratamiento o prevención es un aspecto fundamental.
El burnout es considerado en la actualidad como uno de los daños laborales de carácter psicosocial más importantes, es un proceso que surge como consecuencia del estrés laboral crónico en el cual se combinan variables de carácter individual, social y organizacional. Se trata por tanto de un síndrome con connotaciones afectivas negativas que afecta a los trabajadores en distintos niveles (personal, social y laboral).
Las manifestaciones del burnout pueden ser muy variadas y en ocasiones son poco visibles, sin embargo, algunas de las más frecuentes son: la frustración profesional, el ánimo depresivo, problemas de salud, abuso de sustancias, relaciones interpersonales insatisfactorias y abandono emocional, así como disminución del desempeño, falta de compromiso organizacional y absentismo.
En un primer momento, la persona realiza una serie de conductas, intenta solucionar el problema, pide información o ayuda a otros, etc.; pero si el síndrome ya se ha desarrollado, estas conductas no sirven de nada, o tal vez éste aparece porque estas estrategias dejan de surtir efecto; entonces, hay que aplicar medidas específicas.
En este sentido, hay que adoptar medidas de prevención, con el objetivo de evitar que se desarrolle el burnout entre los trabajadores o, si es el caso, paliar sus consecuencias. De este modo, las estrategias de intervención seleccionadas dependerán de sus objetivos y del nivel en el que se aplican, individual u organizacional.
Intervenciones individuales
• Auto-diagnóstico: el hecho de reconocer que el problema existe supone el primer paso para afrontarlo. La idea es centrarse explícitamente en las señales y síntomas de angustia, para que la persona tome conciencia y reconozca que existe un problema.
• Gestión del tiempo: los trabajadores con riesgo de padecer burnout generalmente sienten que no tienen el tiempo suficiente para realizar su trabajo, por lo que han de luchar contra la presión temporal. Por ello, con esta estrategia se les entrena para utilizar su tiempo de forma efectiva, estableciendo plazos realistas para la consecución de sus tareas.
• Entrenamiento en habilidades sociales: en la mayoría de trabajos, las habilidades profesionales se consideran más importantes que las interpersonales, sin embargo, para los profesionales de los servicios humanos son cruciales, ya que además de trabajar con personas, han de realizar su trabajo en equipo. Una importante estrategia para reducir el burnout es el entrenamiento en asertividad, donde se enseña cómo responder de forma sincera, atendiendo a lo que uno piensa y quiere.
• Grupos de mejora: se trata de formar equipos que trabajen juntos de forma regular para que en ellos se intercambie información, se apoyen unos a otros emocionalmente y resuelvan problemas laborales. Estos grupos tienen en común que proporcionan reconocimiento, confort, ayuda y compañerismo a cada uno de sus integrantes.
• Tutorización y consulta: se refieren a aquellas situaciones en que se ofrece a los trabajadors ayuda experta por parte de un colega con más experiencia, un jefe o un supervisor, para solucionar problemas laborales con el objetivo de dar apoyo al desarrollo profesional.
• Asesoramiento: se trata de una metodología activa que busca restaurar el control del trabajador sobre su vida laboral, y le estimula a responsabilizarse de nuevo de su propia conducta. Esta técnica consta de tres fases
- El trabajdor debe entender y aceptar el problema, concienciándose de que sólo puede resolverse con su propio esfuerzo y dedicación.
- Se utilizan técnicas para describir y afrontar el problema (autodiagnóstico, gestión del tiempo, etc.).
- El trabajador se prepara para volver a su trabajo mediante una exposición sistemática.
• Tratamiento psicoterapéutico: normalmente, se basa en los principios de la terapia cognitivo-conductual, por lo que lo llevan a cabo profesionales altamente especializados, y se centra, sobre todo, en procedimientos de autocontrol.
Intervenciones organizacionales
• Auditoría de salud psicosocial: las auditorías de estrés o las encuestas a los trabajadores pueden utilizarse para estudiar los niveles de estrés de la organización, comparando las puntuaciones de los trabajadores según su ocupación, ubicación... Se pretende suscitar reacciones y preferencias en los trabajadores para ayudar a la dirección de la organización a desarrollar estrategias de acción para mejorar la efectividad organizacional y el bienestar de los trabajadores.
• Comprobación de los niveles de burnout: algunas organizaciones han institucionalizado un chequeo voluntario de burnout, por ejemplo con una comprobación al año. De esta forma, si se observan altos niveles, los trabajadores pueden tomar las medidas necesarias en cuanto a la búsqueda de asesoramiento y/o tratamiento.
• Mejora del contenido de trabajo: se dirige a una reducción cuantitativa y/o cualitativa de la sobrecarga de trabajo. En este ámbito, se distinguen tres tipos de estrategias:
- Rediseño de puestos: consiste en ampliar o añadir deberes y responsabilidades al trabajo actual (enriqueciéndolo de forma que sea más significativo, estimulante y gratificante en sí mismo), rotación de trabajos o cambios periódicos de tareas.
- Clarificación del rol de los trabajadores: describir el trabajo detalladamente y los patrones de conducta asociados a cada puesto con el objetivo de evitar ambigüedades respecto al papel del trabajador.
- Mejora del entorno laboral físico: por ejemplo, a través de grupos focalizados en los que se utilicen las experiencias de otros trabajadores que trabajen en el mismo cargo para generar ideas y soluciones sobre cómo mejorar las condiciones laborales que está provocando el estrés.
• Programas de acogida a nuevos trabajadores: cuando una persona empieza a trabajar, generalmente tiene muchas esperanzas y expectativas equivocadas, lo cual es uno de los principales factores de riesgo para desarrollar el síndrome. Así, promover una imagen más realista del trabajo es una estrategia de socialización anticipatoria de prevención muy útil para impedir un primer choque con la realidad y reducir el riesgo de que aparezca el burnout en episodios iniciales de la carrera profesional.
• Desarrollo organizacional: es un programa de intervenciones planificadas que debería mejorar las operaciones internas de una organización, mediante cambios saludables. Incluye varias técnicas como la reacción a través de encuestas, la formación y el desarrollo de grupos.
• Institucionalización de servicios: los expertos en servicios de salud y seguridad laboral tienen el papel de mediadores entre el lugar de trabajo y aquellos profesionales de la salud que tratan a los trabajadores con burnout. Estos servicios cubren varios roles a la hora de disminuir el síndrome:
- Llevan a cabo auditorías de estrés y revisiones de los niveles de burnout.
- Tienen servicios de orientación para trabajadores con problemas mentales relacionados con el trabajo.
- Remiten a servicios especializados en salud mental y permiten la consulta de expertos para directores, supervisores o trabajadores que necesiten asesoramiento sobre temas relacionados con el estrés.
- Ayudan en la rehabilitación de trabajadores que están en proceso de recuperación del burnout.
Fuentes
- Fundación para la Prevención de Riesgos Laborales, www.funprl.es.
- Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, www.insht.es.
El contenido de dicha publicación es responsabilidad exclusiva de la entidad ejecutante y no refleja necesariamente la opinión de la FUNDACIÓN de prevención de riesgos laborales.
Beatriz Remón
Dpto. de Prevención de Riesgos Laborales de CEN