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Por ejemplo, que a uno le guste su trabajo resulta fundamental, ya que “es diferente hacer algo con ilusión que con desagrado”, afirmó Lezaun, y eso influye en el equipo de trabajo. Así, la actitud puede condicionarnos en el éxito o el fracaso de un proyecto.

En el curso también se analizó como, “a la hora de tomar decisiones, hay que tener ciertos momentos de reflexión y pensar en todas las posibilidades”, tal y como señaló Lezaun. De hecho, la toma de decisiones siempre tiene consecuencias en los demás, por lo que pueden ser causantes de ansiedad en el entorno laboral. “Estas decisiones no sólo las toman los jefes, sino que son constantes en los diferentes roles de la empresa”, afirmó Lezaun. La toma de decisiones siempre está vinculada a las emociones, aunque tratemos de hacerla de manera racional”.

Las posibles soluciones que existen para paliar las tensiones de los equipos es “tener la capacidad de ponerse en el lugar del otro y estar abierto a la escucha” comentó Lezaun. Por ejemplo, cuando tenemos un problema con un compañero de trabajo, tenemos que ser autocríticos. “Es clave que uno trabaje consigo mismo y así tratar de ver el problema desde otra perspectiva”, apuntó Lezaun, que también recomendó que, para solucionar un conflicto, “lo primero es entenderlo, tratar de resolverlo por uno mismo y confiar en que el otro ponga de su parte”, comentó la coach.

Otra de las posibilidades está en la búsqueda de un objetivo común y positivo. Es decir, minimizar lo que separa a uno y otro y tratar de conseguir una meta afín. Para ello, hay que tener capacidad de comunicarse y una clara visión compartida. Parte muy importante a la hora de solucionar las tensiones es la actitud de uno mismo. “La actitud es aquello que transmitimos a los demás”, afirmó Lezaun. Por ello, lo que uno transmite repercute en el otro y facilita las relaciones o, en su caso, las empeora.