Así lo manifiesta la OCDE en el capítulo dedicado a España en su reciente informe de “Evolución económica reciente en algunos países de la OCDE y países no miembros”, en el que, sin embargo, reconoce que el crecimiento económico español “continúa siendo sólido”, estimando un incremento del 3,2% del PIB para este año y del 2,3% para el siguiente.

 

Continúa pues la fase de expansión y “la demanda interna será el motor de la recuperación, aunque a un ritmo menor, ya que algunos factores que contribuyeron a impulsar el consumo, como los bajos precios del petróleo y la bajada de impuestos perderán fuerza”. Por otra parte, tal y como sostiene el informe “la inflación repuntará gradualmente cuando los efectos de los bajos precios del petróleo vayan desapareciendo, pero las presiones serán moderadas como consecuencia del aún alto desempleo”.

 

También se reconoce que el desempleo en España está bajando, pero que sigue en niveles elevados, del entorno del 19%. En cambio, “aunque el desempleo juvenil y el de largo plazo siguen cayendo, plantean problemas especialmente graves”. Dicho esto, OCDE apunta que “se precisan políticas activas del mercado de trabajo más eficaces y recapacitación, así como una recuperación de la demanda”.