Algunos emprendedores tienen cierta resistencia a elaborar un Plan de Empresa. Consideran que lo primero que deben tener claro es el producto y, de ahí, la viabilidad económica del negocio y, ya si funciona, se hace marketing. Sin embargo, el proceso es el inverso.
El Plan del Héroe Daniel Vecino
“Hay que pensar primero en el cliente”. Es decir, “no centrarse solo en nuestro producto e intentar venderlo a toda costa. Lo importante es saber quién lo necesita”, encontrando así una auténtica oportunidad de mercado. Así lo explicó el consultor y experto en marketing, Daniel Vecino, el pasado martes, 6 de octubre, en el primero de los seminarios sobre creación de empresas, que organizan la Confederación de Empresarios de Navarra (CEN) y la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE Navarra).
Vecino abordó cómo diseñar un Plan de Empresa, entendiendo este no como un documento estandarizado, sino como “un conjunto de herramientas que nos ayudan a visualizar nuestra empresa, adaptada a las necesidades del mercado”. Sin embargo, el experto comenzó su charla alertando de que muchas empresas fracasan, precisamente, por no saber adaptarse a tiempo.
Tal y como puso como ejemplo, incluso empresas que fueron líderes en sus sectores, como Nokia o Kodak, no sobrevivieron a la llegada de los smartphones o las cámaras fotográficas digitales, respectivamente. “Nueve de cada diez propuestas de mercado fracasan. La mayoría, en el primer año”, advirtió Vecino. Por tanto, “el plan de empresa no solo tiene que centrarse en el producto, sino en el cómo y el para qué”.
Además, un Plan de Empresa tiene que estar pensado para comunicarse, aunque también existen emprendedores con miedo a comunicar sus ideas “por si les copian”. A estos, Vecino les replicó: “no tengáis miedo a compartir vuestras ideas, ya que podéis aprender mucho de otros. Las ideas, de por sí, no valen nada”, sino que “lo importante es su ejecución”.
Tampoco es cierto, tal y como subrayó Vecino, que se deba contemplar el Plan de Empresa solo como una herramienta para conseguir financiación. De hecho, “nadie invierte un duro en una idea”, aunque sí, por ejemplo, se invierte en el equipo que esté detrás, en sus competencias, etc.