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Blog de José Antonio Sarría, presidente de CEN: "Propósitos para el nuevo año"

Así como las empresas se están adentrando en un mundo de grandes cambios por la llamada cuarta revolución industrial, con nuevos retos y desafíos, y teniendo en cuenta la importancia que para el desarrollo económico tienen las actuaciones políticas, sería bueno que ese mundo, el de la política, también se preparara ante las nuevas demandas de los ciudadanos, a los cuales han de servir. Al igual que la proyección de la empresa hacia el mercado va a ser cada día más intensa y necesaria, de cara a atender las necesidades de los clientes, el ámbito político debe reflexionar sobre cómo actuar para resultar lo más útil posible a la sociedad, en ese futuro que nos aguarda.

Entre los primeros aspectos a tener en cuenta, está el atender las necesidades de los ciudadanos. Hay que trabajar en ello, abandonando el viejo y egoísta concepto de gobernar para seguir gobernando. Han de analizarse las necesidades de la sociedad para darles respuesta, no para utilizarlas como munición contra las otras formaciones políticas, para alcanzar el poder o para mantenerse en él. Los clientes, es decir, la ciudadanía, manifiestan desde hace un tiempo una profunda desafección por las políticas cortoplacistas, electoralistas y cortas de miras. Ese hartazgo está dando lugar a la aparición de nuevas opciones oportunistas, como son los populismos de uno y otro signo.

Del mismo modo que en las empresas tenemos que formar a las plantillas para mejorar su capacidad de gestión, los partidos no deben permitir convertirse en meras agencias de colocación, sino que también deben trabajar por impulsar la calidad, formación y organización de sus equipos, buscando buenos gestores que se dediquen a afrontar las necesidades de los ciudadanos en cada momento. No se nos olvide que, en la sociedad actual, ya los términos “derecha” e “izquierda”, “conservador” o “progresista” interesan cada vez menos a la ciudadanía, especialmente a la gente más joven, ya que son conceptos que responden más a situaciones del pasado.

El progreso no consiste en otra cosa que en elevar el nivel de empleo y la calidad de este; en generar riqueza; en atender las necesidades de los más débiles; en hacer frente a los problemas del país o de la comunidad, consiguiendo que todos los ciudadanos vivan mejor y dispongan de mejores servicios. Para ello, se necesitan gestores capacitados que sepan dar solución a las inquietudes e ilusionar de nuevo a la ciudadanía, especialmente a los jóvenes.

En los nuevos tiempos, la conciliación social es una asignatura imprescindible para las empresas, con el objeto de conseguir avanzar con el esfuerzo de todos sus integrantes, los cuales generalmente tienen puntos de vista diferentes, pero hablando, escuchando, cediendo y alcanzando acuerdos se logran soluciones respetadas y duraderas. Del mismo modo, los gobiernos deben sentarse a hablar con los partidos de la oposición, para ser capaces de pactar en temas fundamentales que requieren grandes consensos.

No tiene sentido que aún no tengamos resuelto el futuro de nuestro sistema de pensiones, o que no seamos capaces de alcanzar un proyecto consensuado y duradero sobre la educación (pese a las malas calificaciones del informe Pisa), o que no sea posible hacer un gran acuerdo sobre la reforma laboral, o sobre la reforma de la Constitución, o sobre política migratoria. No vale solo llegar a acuerdos en cuestiones que les afectan directamente a sus intereses partidistas o que limitan su poder.

Para ser más competitivas, las empresas tienen que hacer acopio de talento, así como desarrollarlo internamente. Tienen que disponer de organizaciones flexibles y productivas, con personal motivado y contento. Del mismo modo, la Administración Pública debe ser más eficaz y productiva, más motivada y volcada hacia sus clientes, es decir, hacia los ciudadanos. Una administración que acompañe, ayude y complemente a la iniciativa privada en la generación de riqueza, y que no se dedique solo a controlar.

Sería pues deseable que, al igual que las empresas tienen que cambiar muchas formas de actuar para seguir siendo competitivas en los nuevos escenarios que nos aguardan, el mundo de la política se diera cuenta de que también ellos han de evolucionar con el objetivo de prepararse ante los nuevos tiempos y encrucijadas que han de venir, mejorando la gestión, alcanzando acuerdos duraderos que nos den estabilidad, y ganando credibilidad y confianza frente a los electores. Somos un gran país. Si somos capaces de lograr un entendimiento entre la clase política y la sociedad civil, daremos un gran paso adelante. Lo podemos y lo debemos hacer. Las generaciones futuras nos lo agradecerán. Es un magnífico deseo, al menos, para incluirlo en la lista de buenos propósitos de cara al nuevo año.

Artículo publicado originalmente en Diario de Navarra (5/01/2018)

 

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