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Artículo de opinión del presidente de CEN, José Antonio Sarría
Formación: escuchemos a las empresas
España ocupa actualmente el número catorce de la Unión Europea, en el ranking de competitividad del Foro Económico Mundial. Esto quiere decir que nuestra situación es manifiestamente mejorable, ya que no solo nos ganan Francia, Alemania, Reino Unido, Austria, Países Nórdicos y todo el Benelux, sino también Irlanda, Estonia y República Checa. Asimismo, en otros indicadores internacionales la posición es semejante.

Si descendemos un poco más en el análisis de la competitividad y nos centramos en las regiones europeas, Navarra se sitúa en la posición número 148, alcanzando una puntuación por debajo de la media de Europa.

La OCDE manifiesta que, para hacer frente a los importantes retos de cambio tecnológico y desarrollo de la capacidad de innovación, a los que se van a ver sometidas las empresas en el futuro inmediato, hay que solucionar el desajuste de competencias que se da en el mercado laboral, el cual es generalizado y preocupante. La evidencia empírica reciente indica que los efectos negativos procedentes de este desajuste sobre la productividad agregada y los salarios son sustanciales y podrían evitarse mediante mejores sistemas para anticipar las necesidades de las empresas, en términos de competencias, educación y habilidades.

En este sentido, es fundamental, para seguir las recomendaciones de la OCDE, la participación efectiva de las empresas en los programas de formación de parados y ocupados, ya que son las que mejor conocen las necesidades presentes y futuras. Por tanto, son las que mejor pueden ayudar a facilitar la búsqueda de trabajo para los desempleados, y, sin lugar a dudas, a las necesidades de formación que necesitan sus plantillas para capacitarse en las nuevas tecnologías y desarrollos de cada sector de actividad.

Así, es fundamental que, desde las Administraciones Públicas, se desarrolle una política de colaboración con el mundo empresarial en todos los procesos de formación. De manera que se ajusten todos los recursos disponibles (una parte significativa de los cuales procede de la cotización para formación que pagan  las empresas) a las verdaderas necesidades de estas, ya que, sin consultarlas, dejando toda la capacidad de decisión en el ámbito de lo público, estamos incurriendo en un tremendo despilfarro de unos medios que tanta falta hacen. No solo para mejorar la competitividad de las empresas, sino también para incrementar y actualizar la cualificación de los trabajadores y por tanto para el desarrollo de sus carreras profesionales.

Pues bien, a pesar de todo lo mencionado, avalado por múltiples organismos internacionales, el Servicio Navarro de Empleo, la entidad que en nuestra Comunidad asume la competencia de la formación de ocupados y desempleados, está siguiendo el camino en sentido contrario. Es decir, convirtiéndolo, como exige algún sindicato, en una red pública de formación y orientación laboral, donde la participación de los representantes de las empresas se limite a ser informados de lo que se va a hacer, con pocas posibilidades de introducir cambios.

El resultado de la convocatoria de formación de ocupados de 2017 pone de manifiesto la profunda desconexión con las necesidades del tejido productivo de Navarra. Esta Comunidad, con un componente fuertemente industrial, necesita prepararse para los retos tecnológicos y para la fuerte competencia que nos aguarda y no tiene sentido alguno que los cursos a realizar con el dinero de la cuota que pagan empresas y trabajadores se destine a formación que poco o nada contribuye a suministrar las habilidades que necesita nuestro tejido empresarial. En 2016, se realizaron 14.950 horas de formación de ocupados, con 6.105 plazas. Este año, solo 7.000 horas, con 3.300 plazas.

La oferta formativa de 2017 no está relacionada con ninguno de los vectores prioritarios de desarrollo, definidos en el ámbito de la Estrategia de Especialización Inteligente (s3), ni está orientada a los sectores que están tirando del empleo en Navarra: industria, comercio, talleres, hostelería, etc. El 29,15% de los cursos ofertados están relacionados con ofimática básica, demasiado en nuestra opinión. Además, doce cursos se van a realizar en la modalidad de teleformación por una empresa de Vigo, lo que permitirá que trabajadores de todo el territorio nacional puedan acceder a ellos. Las 3.300 plazas ofertadas, para un conjunto de 260.000 activos, representan un ratio de 0,01 plazas por trabajador.

En definitiva, desde la Confederación de Empresarios de Navarra consideramos que la oferta formativa para trabajadores en el año 2017 es insuficiente y alejada de las necesidades de empresas y trabajadores. Por ello, solicitamos que se dediquen este año más recursos a la formación de ocupados, y que esta nueva oferta se alinee con los requisitos de nuestro tejido productivo.

Desde el Servicio Navarro de Empleo, tienen que entender que la representación empresarial y sindical debe tener un importante papel en la definición de las políticas a realizar para mejorar el empleo y la competitividad de nuestra comunidad; que solo desde el ámbito público, como al parecer se pretende, no es posible lograrlo; que el cambio no consiste en eso, sino en hacerlo cada día un poco mejor; y que, si no lo hacemos, iremos para atrás (como ya lo están demostrando distintos indicadores económicos), ya que la competencia es cada día mayor.

José Antonio Sarría

Presidente de la Confederación de Empresarios de Navarra (CEN)

Artículo publicado en Diario de Navarra, el 23 de marzo de 2017

 

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