"El éxito profesional es un 25% aptitud y un 75% actitud"

Así de contundente se mostró el catedrático emérito de “Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación” de la Universidad de Barcelona, Benito Echeverría, en la jornada de “Orientación, formación y empleo”, que organizó, el pasado jueves 16 de abril, la Confederación de Empresarios de Navarra. En su ponencia, Echeverría repasó cuáles son las nuevas pautas en la formación y orientación, marcadas por un entorno cambiante.

El catedrático comenzó su intervención refiriéndose a las previsiones de que, en 2020, solo el 15% de los 235 millones de puestos de trabajo de la Unión Europea estarán dirigidos a personas con formación de nivel bajo o sin cualificación. Por el contrario, aumentarán en veinte millones los puestos dirigidos a titulaciones de nivel alto y cinco millones las de nivel medio. Mientras, las de nivel bajo se reducirán en diecisiete millones.

Ante este panorama, “o nos tomamos en serio la formación o nos cogerá el toro”, advirtió Echeverría, que explicó que, en España, la media de trabajadores con baja cualificación es el doble que la registrada en la Unión Europea y, aunque nuestro porcentaje de alta cualificación es el más elevado de la Unión, también tenemos tan solo la mitad en la media de formación de nivel medio. “Vivimos en un país raro”, aseguró el experto, que destacó la escasa proporción de personas con titulación de nivel medio, por ejemplo, proveniente de la formación profesional.

¿Cómo se configuran las cualificaciones?

Dicho esto, Echeverría señaló que, a la hora de configurar las cualificaciones profesionales, “estamos acostumbrados a fijarnos exclusivamente en la cualificación individual”. Sin embargo, la formación no puede perder de vista las circunstancias sociales y económicas del momento. “Es la economía la que genera el empleo. Las políticas activas pueden engrasar la maquinaria, pero, al final, es la economía la que influye en la competencia y la cualificación de cada persona”. Según el catedrático, en la orientación, “se ha de facilitar información de qué está pasando en el mundo del trabajo, con conocimiento del entorno laboral, el entramado ocupacional, etc.”.

Dicho esto, el profesor también incidió en la idea de que “la orientación debe estar dirigida a que las personas puedan tomar decisiones personales”. De hecho, Echeverría aseguró que esta es la línea marcada desde la propia Unión Europea, que hace hincapié en “la gestión de la trayectoria vital”, es decir, “el aprendizaje, la formación en el trabajo… a lo largo de toda la vida”.

Las competencias se desarrollan “en gerundio”

“La finalidad última de la orientación es la de que cada uno llegue a ser lo que es”, aseguró Echeverría, que explicó que, para eso, “la persona debe tener conciencia de cuáles son sus motivaciones y competencias” y, advirtió: “eso no se sabe haciendo un test, sino en gerundio. Solo cuando uno se pone a resolver una situación X, descubre que es competente”. Sin embargo, “en nuestro país, sobra saber y falta saber hacer”, afirmó el catedrático, que lamentó que la formación en España ha sido, durante muchos años, excesivamente teórica.

“Es una cuestión de aptitud y de actitud. Uno puede tener mucha aptitud y muy poca actitud”, manifestó este, que añadió, parafraseando a Winston Churchill: “la actitud es una pequeña cosa, pero que marca la gran diferencia”. De hecho, Echeverría afirmó que “el éxito profesional es un 25% aptitud y un 75% actitud”, pero que eso requiere de “un buen diagnóstico” de lo que llamó “competencias transversales”, que “son las que se piden”. Es decir, aquellas que sirven, en la práctica, para cualquier trabajo: “que una persona sea constante, responsable, etc.”. Así, el reto es “identificar, elegir y reconducir las alternativas académicas, formativas, profesionales y, sobre todo, personales”, atendiendo “al potencial y al proyecto que cada uno tiene en la vida”.