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Cantabrana aseguró que las decisiones influyen en cómo vemos nuestras vidas y en cómo nos ven los demás, al igual que las emociones influyen en qué decisiones se toman. “Si te importa una persona te comportas diferente, si estás enamorado ves todo de color de rosa”, ejemplificó la consultora.

La ponente insistió en que las decisiones pesadas no las tomamos, sino que las posponemos porque nos cuesta mucho llevarlas a cabo dejándolas de lado poco a poco. Por eso, “procrastinamos las decisiones, dejamos las cosas para después cuando la recompensa es lejana o cuando no nos gusta”. Lamentó que “nos auto-justificamos mucho dando constantes razones cuando no conseguimos los resultados”. Cantabrana definió esta situación como “zona sin premio”.

Según Cantabrana, podemos tener cuatro estados de ánimo en relación a la calidad y cantidad de nuestra energía. “Cuando tenemos mucha energía pero mala, estamos furiosos, con rabia y violencia”. En cambio, “cuando tenemos poca y mala, estamos tristes y depresivos”, aseguró ésta. “Si estamos relajados y contentos tenemos poca energía, pero positiva, y combinándolo con mucha, tendremos ganas de comernos el mundo”, recalcó la ponente. “Estando activo y reflexivo es el momento ideal para decidir. Hay que tener un punto medio ya que en pleno éxtasis o relax no debemos actuar”, concluyó.

Durante la sesión, Koro Cantabrana enfatizó en el tema de la positividad. “Un equipo positivo rinde un 30% más que uno negativo, por eso aconsejo siempre invertir en un equipo con ganas, implicado y con entusiasmo”. En cuanto a la relación del positivismo con la productividad en una empresa, la consultora señaló que “un equipo con baja productividad y alta positividad trabajan en compañerismo, donde se tolera la incompetencia y no está orientado a resultados”. Sin embargo, el bajo positivismo lo clasificó en una atmósfera de crítica, culpa, cinismo o miedo a perder el trabajo. Por otro lado, la ponente aseguró que “el 70% depende del líder de la empresa para conseguir una alta productividad y positivismo gracias al sincronismo, las ganas de mejora, siendo proactivo al cambio y con una comunicación abierta”. En este sentido, la coach señaló que el bajo positivismo lleva a “la mala competitividad, estando en guardia con nuestros compañeros”.